miércoles, 27 de mayo de 2009

Los medios formativos de la fotografía

Adaptado de “Los medios formativos”, de Roman Gubern, en La imagen y la cultura de masas, Barcelona, Bruguera, 1983.

Las imágenes fotográficas están formadas por conjuntos de signos icónicos. Asimismo, son duplicados modificados e incompletos de nuestra percepción visual de la realidad. Estos duplicados poseen algunas características de aquello que denotan, pero carecen de otras, que son suplidas por el aprendizaje y la proyección de quienes las contemplan.
Existen limitaciones técnicas que no permiten que la fotografía sea idéntica a la realidad, pero a su vez, estas limitaciones son las que justamente brindan a la fotografía su posibilidad estética. Detallemos esas limitaciones, llamadas también medios formativos:
1. La tercera dimensión de la realidad se sustituye por la bidimensionalidad del espacio real. Esta limitación da la posibilidad de modificar la distancia focal de los objetivos utilizados.
2. Limitación del espacio por el encuadre del objetivo elegido y de la distancia del tema fotografiado a la cámara.
3. Abolición del movimiento. De esta abolición deriva el efecto fotográfico llamado “foto movida”.
4. La estructura granular del mensaje, invisible al ojo humano, permite obtener algunos efectos visuales.
5. Abolición del color en caso de fotografías en blanco y negro, y posibilidad de alterar el tono, el timbre y la intensidad de los colores.
6. Posibilidad de alterar la escala de representación, lo que en caso de grandes ampliaciones enfatiza la naturaleza granular del mensaje.
Al examinar los medios formativos de la fotografía, se derrumba la idea de proceso fielmente reproductor de la realidad y de las condiciones de la precepción humana. Por ejemplo, cuando en el lenguaje común se afirma que la persona fotografiada ha quedado mejor o peor que “al natural” se admite implícitamente la diferencia entre la persona y su ícono fotográfico. Esta diferencia destruye entonces la aparente identidad entre el signo y su objeto.
¿Cuál es entonces el significado del signo fotográfico, si no es su propio objeto? La comunicación fotográfica es siempre producto de la reelaboración subjetiva de los signos icónicos que componen la fotografía por parte del observador, principalmente mediante su proyección, que los completa y reorganiza para reforzar su ilusión de realidad, atribuyendo profundidad y relieve a la representación plana, completando el significado ambiguo ambiguo de un gesto fraccionado por la inmovilidad, reestructurando formas imprecisas debidas al desenfoque, al movimiento, a la penumbra o al grano excesivo; interpretando los valores cromáticos omitidos o alterados, asumiendo elementos que están fuera del encuadre, etc. Es decir que el receptor del mensaje fotográfico procede a una verdadera decodificación de los signos icónicos del mensaje para hacer surgir el significado.
Sin embargo, a pesar de todas las diferencias antes nombradas por la realidad, la fotografía sigue conservando un alto prestigio como documento fiel a la realidad que no puede mentir. De esa paradoja deriva que una fotografía indiscreta pueda comprometer gravemente la reputación prestigio de una persona, “porque la fotografía no miente” (salvo si es una foto “trucada”) mientras que no puede decirse lo mismo de un dibujo indiscreto, expresión que no tiene sentido. Esa paradoja se desvanece cuando se distingue la veracidad perceptiva (la restitución fiel de nuestras percepciones visuales), que la fotografía no posee, de la veracidad histórica (lo que la fotografía muestra acaece realmente ante la cámara), característica que sí posee la fotografía, a diferencia del dibujo o la pintura.
De todo lo dicho se desprende que aún en la más banal utilización de la fotografía como medio reproductor penetra cierto coeficiente de creatividad por parte del fotógrafo, mediante la selección espacial del encuadre o a través de los otros medios formativos antes enunciados. Sin embargo, es también evidente que ante las diferentes actitudes psicológicas y funcionales del fotógrafo sea posible establecer, en tanto que tendencias, dos formas de concebir la fotografía: como medio de reproducción (donde el coeficiente se reduce al mínimo o resulta estéticamente irrelevante) y como medio de expresión (en donde el coeficiente creativo es muy relevante).




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