jueves, 23 de abril de 2009

Cuestión de tiempo

Por Lucía Navarro

Debía tener un final feliz para mí, con Matilde y dinero. Debía tenerlo.

Mi hermosa Matilde, con la que tanto había pasado, al ser que yo más amaba. ¿Cómo me podía hacer esto? Bueno, era entendible. Siempre había un problema, siempre era mi tío el problema. Un ultimátum…
Todo empezó allí.
Tenía que elegir. Pero si elegía quedarme con mi tío, podría ser rico; en caso contrario, me iría con Matilde, pero no tendríamos plata para sobrevivir y tendría que trabajar todo el tiempo. NO, tenía que buscar una solución.
Recapacité, empecé desde el comienzo, me conté de nuevo la historia, para mí. Por enésima vez, creo.

Yo me crié con él y con mi hermano Claudio, el se creía superior y nunca entendí porqué. Siempre nos tiranizó; pero no pudo detener el paso del tiempo y crecimos, como es de esperar.
Claudio era su favorito, siempre lo fue. O esa era mi impresión. Adicto al juego, para obtener dinero jugaba con mi tío al ajedrez. Cada noche tardaban horas jugando, según lo que mi hermano me contaba, el tío anotaba cada jugada en cada partido. Interminable, decía él.
Los dos estudiábamos. Yo, Matemáticas; y Claudio, bioquímica.

Un día, sábado para ser exactos, Matilde me dio el ultimátum. Volví de estar con ella. Estaba en mi casa. En el hall me encontré con Claudio, raramente feliz, y al mismo tiempo preocupado al verme, luego de su jugada habitual de ajedrez con mi tío. No le presté mucha atención.

-¿Qué te pasa?- me dijo Claudio.
-¡Estoy harto! – le dije, librando de mi enojo, pero no parecía hacer nada.
-¡Vamos! Siempre está dispuesto a tragedia- dijo mientras me palmoteó la espalda.
- Matilde me lanzó un ultimátum, ella o tío.
-Opta por ella. Es fácil elegir. Es lo que yo haría...
- ¿Y lo otro?- se me escapaba el enfado por los ojos.- Yo lo haría, pero, ¿con qué viviríamos? Ya sabes como es el viejo… Duro, implacable. ¡Me cortaría los víveres!
- Tal vez las cosas se arreglen de otra manera ¿Quién te dice?

Tal vez las cosas se arreglen de otra manera. Esa frase me dio la solución, pero Claudio ni se lo imaginaba, no era capaz de hacerlo. Pobre ingenuo…

-Bah, no hay escapatoria. Pero yo hablaré con el viejo sátiro. ¿Donde esta ahora?
-Esta en la biblioteca- parecía asustado, no entendía el porqué- pero déjalo en paz. Acaba de jugar la partida de ajedrez y despachó a la servidumbre. El lobo quiere estar solo en su madriguera. Consuélate en un cine o en un bar.

Pensé. Era perfecto, estaba solo. Me encogí de hombros, fingiendo.

-El lobo en la madriguera…Lo veré en otro momento, después de todo…- no terminé la frase.
-Después de todo, no te animarías, ¿verdad?- me dijo ofensivamente.
Lo miré mal, me imagine una escena en que lo golpeaba, pero me contuve.

Ya estaba en mi cuarto, pensando en cómo ejecutar.
La tomé y me fui al cuarto del tío. Él estaba medio inconciente. Aproveché la oportunidad y lo hice. Simple. Solo uno… solo uno. Hora: 22:10
Tenía que haber un culpable y no sería yo: borré del cuaderno de partidas de mi tío y Claudio una parte. Un partido sin terminar…Una muerte en el medio…
Tiré el arma por la ventana de su cuarto, que daba a un callejón.
Perfecto. Después de todo, Claudio me lo agradecería, incluso desde la cárcel. Si, señor.
Contento, feliz... era indescriptible la sensación. Era hermoso. Tenía un final feliz escrito para mí, con Matilde y dinero. Un final feliz.
¿Y ahora qué? ¿Qué se hace luego? Coartada, sí. Me faltaba eso.
Me fui de allí a hablar con el mayordomo. Lo convencí de que acababa de llegar, luego de cruzarme con Claudio, que no podía dormir debido a mi situación con Matilde y le pedí que me distrajera. Jovial, el mayordomo aceptó; el tampoco podía dormir.
Tenía problemas con su hija, pero no le escuché más que eso.
Hablamos durante horas. Mis estudios, el tío, su familia, mi amada, y muchos temas más surgieron en la conversación, en la que yo casi no participé. Mi mente divagó en si me descubrirían, y miles de cosas mas. Pera ya estaba todo hecho. Si, todo hecho. Me alivié.
Las horas pasaron rápido, ya que la única imagen cruzada por mi mente era con Matilde y mi futura familia.
¿Pero y la sensación de culpa? La esperé atento pero no apareció… hasta que la busqué. Si, sensación de ahogo en el pecho. Horrible, espantoso. ¿Cómo pude? Nunca le importé verdaderamente a mi tío, pero me había criado con el.
¿Y si me descubrían? No, ¿Quién se enteraría? Ese era mi secreto. Solo mió.
NO, lo hecho hecho está. Solo me esperaba mi final feliz. Si, solo eso.

El mayordomo se disculpó, alrededor de las dos y treinta de la madrugada, que debía cambiar las velas prendidas que ya estarían gastadas.

La policía estaba en mi casa. Yo estaba con la misma ropa con la que llegué. Claudio no parecía llegar... Sospechoso, ¿no?...
Revisaron el cuerpo de mi tío- Mi cara estaba pálida, no por su muerte, claro. Pero rogaba que no encontraran evidencias…- Revisaron todo el cuarto, luego. Entrevistaron al mayordomo y luego a mí.

Nervios, muchos. Pero todo fue fácil, creo.
También conté mi versión, la que todos escucharían. También mentí, pero ¿a quién le importaba ya?

- Volví de estar con Matilde, mi novia. En el hall me encontré con Claudio, mi hermano mayor. Me informó que los criados habían sido despachados según órdenes del tío. Hablamos unos pocos minutos y me fui al cuarto del mayordomo. Vi su luz prendida y le pregunté si podía quedarme allí, ya que tenía que distraerme. El me recibió con los brazos abiertos y allí hablamos hasta que, como siempre, a las dos treinta aproximadamente fue a cambiar las velas de todos los faroles de la casa. Cuando volvió me informó de lo que vio e inmediatamente los llamamos.
- Su hermano, ¿sabe usted donde estaba?
- No, señor. Solo se que, como todas las noches, jugó el partido de ajedrez con mi tío. Luego yo me lo encontré en el hall y desde allí no he sabido nada.
- ¿Sabe de usted de alguna enemistad posible de su tío?
- No, lo ignoro. Nunca he sabido de nada sobre el asunto, y tampoco me ha importado realmente.
- Esta bien…- respondió pensativo el agente Villegas.- Un oficial lo acompañara a algún hotel cercano así puede pasar la noche. Su hermano lo acompañara luego, supongo… Hasta luego- Se retiró de la habitación.

No me enteré de nada hasta el día siguiente. Me había quedado dormido profundamente. Estaba exhausto.
Todo había sucedido. Me enteré tarde, pero me enteré.
¿Claudio había confesado el asesinato? ¿Pero cómo? ¿Qué él, justamente él, había matados a nuestro tío? Las trampas así lo indicaban, claro, pero él lo confesó. Inaudito. No lo entendía. Matilde se enteró y me llamó; me dio su sentido pésame, pero yo veía alegría en sus ojos. La herencia sería tramitada luego del funeral.

La culpa, diminuta pero existente, me carcomía la cabeza. Llamé a mi hermano a la cárcel. Le pregunté y le conté sobre mi asesinato. Creo que su reacción habrá llamado la atención de toda la cárcel. Al final, claudio se tranquilizó y pudimos hablar (algo así porque igual estaba medio paralizado). Llegamos a un acuerdo: el iba a aceptar la culpa, Yo, que la plata ya estaba en mi cuenta bancaria, me iba a ir al exterior; le di la contraseña de mi cuenta corriente para qué, una vez ido yo, pudiera confesar y quedarse con el resto de la herencia que estaba en la cuenta. Aceptó, acepté. Solo era cuestión de tiempo para que los dos fuéramos felices.
El día siguiente recibí una llamada.
No me lo esperé, nunca me lo hubiera esperado. MI hermano me había delatado… antes de tiempo. La policía apareció en mi casa, me llevaron al juzgado y la prueba irrefutable era la conversación telefónica que tuve con mi hermano.
Mi hermano quedó libre y se llevó todo el dinero. Con mi cadena perpetua, ¿para qué lo iba a necesitar?
Desde el momento que maté a mi tío, era cuestión de tiempo para que me enterara que mi final feliz iba a ser en una cárcel, sin Matilde, sin dinero, sin familia. Solo. Y recién ayer, después de tantos años encerrado acá, me di cuenta de que fue por culpa de la avaricia. ¿Quién necesita dinero si puede ser feliz amando?

YO, yo lo necesito.

1 comentario:

Estela Dominguez Halpern dijo...

Me encanto Lucia (sobre todo su remate final)
Felicitaciones!